lunes, 19 de diciembre de 2011

Arazias en el fondo del linaje, desembocando en las montañas perdidas, por los colores de los laberintos.
 La letanía intacta que acariciaba los cielos del silencio, allá por la bravura del Camposanto, donde se enrojecen las viñas por añejas
 y donde los gauchos dejan su impronta en los ejes de la justicia.
 Trasladadas ahora las viejas guardias, los viejos remansos de aquellos que a trastes prolijos han sacrificado rebaños,
 un mar hondo de silencios con jugosas esperanzas consuelan las noches trémulas de misterio.
  Pero han hecho bien ellos que se han ido, que han abandonado.

lunes, 12 de diciembre de 2011

  Perdido por la nostalgia de la trascendencia,
  en la que el pueblo hizo sus matrices culturales a base de un bloque de poder,
  la fuerza en la batalla por lo popular se absorbió pero puede refulgir
  en el fuero interno de cada momento.


 Y ahí fue cuando se redujo, bonito que cantas. Cuando apelmazó  su cuerpo en
 sin fin de cueros bailando con vegetales de la elegancia.  Cuántas noches, inolvidables aquellas que se volaban,
 como esperanza en la mano, como tierra volteada de minerales; gravedad  transformada en los intestinos.
 Déjala venir. Asume la influencia del latido sobre tu tiempo tranquilo
 y asegura el ritmo en la perfección de moverte.
 Ya no lo olvides, empieza por rastrearte, luego por secarte, luego por mojarte,
 ahora, cuando quieras, nada nos va a parar.
 Al menos la relatividad , al menos lo sin fondo, al menos el vacío o la desintegración.
 Al menos las palabras gastadas,
 una pierna que respira.


 Y ahora la pregunta que se instala en la punta de la lengua.
 Afilada dispara, toda descontextualizada, toda asegurada. Trocitos de madera.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Fantasmas en la noche

  Ese hombre contemplaba desesperanzado,
  la frescura de la noche en la palma de la mano.

 Aquella madrugada, a la 1:30am, un solapado sueño con rostro de fantasma vino a buscarme. La luz tenue del cuarto y el silencio abismal teñían de ingenuidad aquel cuarto, mi cama. Las sábanas desplazadas olían a frescura de verano.  Pero esa noche realmente sentí que me moría.
   El sueño me fue chupando como la muerte que viene a buscar lo que es suyo. Mi cuerpo inmóvil en el costado izquierdo de la cama no podía luchar contra esa fuerza succionadora que me anclaba en la conciencia , y me desfiguraba el rostro, y me rompía los huesos. La sequedad en la boca, la lengua para afuera, la garganta que se abría. La imagen en el centro de la mente con la certeza de que aquella figura entraría por la puerta de la terraza, contigua al cuarto, con la puerta abierta para el final del acto. Que descendería cual  jinete de su caballo y cortaría cabeza como rebanada, en el instante justo antes que de las brasas del infierno desciendan mi cuerpo hacia el vacío.Dos muertes me atacaban, la muerte sobre la muerte.
  La imagen fija, yo seco, desesperado ante cada segundo milimétrico que pasaba reducido cada vez más mientras el fantasma  por la puerta, por las ventanas, se esparcía entre el polvo y el viento feroz de la noche. Sin embargo el vendaval ya había pasado la noche anterior y sólo corría la brisa. 
 Recuerdo un solo pedido de auxilio, casi inservible, casi desesperado: Luqui!!!
 Un segundo de conciencia y pude… sólo un pensamiento. Sólo un acto de conciencia o un microsegundo que me alzó de la profundidad. Sólo un acto de un músculo. Quizá un tendón. Quizá una célula de glifosato que reaccionó. Quizá las entrañas.
 Pero lo que me salvó fue tener un sueño dentro de un sueño. Un cuento dentro de un cuento. Quizá una enseñanza. La nostalgiosa siempre engaña, pero en cuestiones de raíces ancla el corazón y el alma hasta en el más hondo subsuelo del inconsciente.
 Luqui de niño me había dicho un día luego de contarle que sufría por pesadillas :
“Es simple, sólo pensá en ese momento que vos podés vencerlo. Qué vos podés controlar el sueño. De alguna manera, lo podés controlar y lo cortás cuando querés”.
 No sé si era un sueño o qué, pero aquella noche realmente vinieron los fantasmas para el juicio final. Para saciar el alma de mi cuerpo que se hundía súbitamente, trozo a trozo.  Pero aquel anhelo de respirar, sólo el recuerdo de un consejo salvó la muerte sin sentido.

martes, 15 de noviembre de 2011

Encuentro el cielo tan esperanzador que alzo la mirada en un vuelo de pájaro y enturbio mi sangre para que las superficies que lo abundan se acerquen, como abejas habitando la morada; como  roedores de los callejones. Sin saber,  la ráfaga atosigó los lamentos en un solo suspiro. Y la mirada ya al vacío no encontró fluctuaciones ni diversión que lo remediara. Música para la noche, eso necesitaba.  Y un ruido de latas crispándose en la jerga de los que se establecen  e incorporan en medio del aburrimiento. La falta de sentido. La falta de amor.

 Un día como hoy se escurrían sobre los discursos de los amados, todas esas incongruencias dejadas al azar que se volvieron compromiso, sustancia, casa y niños. No lo quiso, no quiso que sea de ese modo pero sucedió así ¿ Escribir para borrar o escribir para confirmar?

¿ Cuál es la influencia del no deseo sobre la energía puesta sin querer ser incorporada? Esa fuerza se acabaría de algún modo, no natural.

 Por más que aparezca en el cielo naranja la sustancia que deja la tarde, siempre unas gotas  toscas y fatigadas pueden aparecer. La hora de la siesta ha pasado y cada vez  falta menos para no esperar nada más.

  Y en el vacío de la sombra acaramelada, un instinto, el de poder traspasar las barreras de la arrogancia por sobre lo humano. La bestia desatada a una razón ordinaria que no encuentra los hilos por donde esparcir su sombrío dolor.

 Es sabia, ella es sabia. Teje todas las mañanas las manos que la acarician, y cuando no, se clava un puñal en el alma y a seguir. Ella no tiene palabras, por eso actúa. Tiene lenguaje, por eso no habla. Tiene paciencia, por eso desborda.  Escucha.

 Cuándo mojarán las manos aquellos que han sentido latir el ritmo, sus dedos, su plexo, su médula, siempre en la búsqueda.

La manta que coje el mate, de la era puyerenguera, Melina tomaseta, baile guerrrera, déjala venir a su tierra santa.  Bonito que cantas. Petrona, a nacimiento de villa dónde, tranquilo, pa que bailes otra ve.

domingo, 30 de octubre de 2011


El sábado sobre la constelación,  sobre la palabra de un lugar en el mundo, esperando no sé qué diámetro por sobre el que calzaría la putrefacción de sus sesos. Ya instalado en el lugar, anuncia la llegada de muchas formas, las fiestas de las formas.  Pero siempre quiere encontrarla a ella, a la que espera, a la que vuelve, en la esquina, cuando se rompe la palabra por el desatino de haber nacido sin lugar. Pero preguntás y preguntás sin querer saber. Cómo se puede así.
Por dónde andará la quietud cuando los músculos se asoman para girar entorno de las debilitadas sustancias, a amapolas, riscos, vientos hondos y fuertes soplando la cara.  La gota caliente quemando el pie.

 Mientras  tanto, las brillantinas hacen de sus deseos los más aclamados.  Emparentan su risa metoplasmática a las escamas de las piedras y todo el tiempo alrededor se esparcen las gaviotas con su sonido ultrafino, irrepetible.
 Se van calentando, se sienten en la distancia. Se molestan y se apaciguan, como los miedos dentro de los miedos.  Como el sudor en el desierto o la sequedad en  el huracán.
 Encuentran las palabras que antes no fueron dadas y se las muestran gentilmente  a los ignorantes, para que las agarren bien agarradas, estruendosas en su laringe.
  Pero en un momento las historias quieren metamorfosearse y aparecerse en sueños, de esos de colores y en muchos niveles. Allí es cuando me buscas queriendo arrastrar, queriendo perforar, y volver a iniciar todo lo terminado.
Prefiero que sigas así, así, con los ojos nítidos, con una mirada descansada, contemplando como corre Maluk,  o Negro por los parques;  mientras te relames en tu bestialidad, y ahora no encuentras las palabras, no encuentras los sonidos, los silencios ni los sueños. Encuentras esa gran casa y ese gran jardín blanco y verde donde alguna vez vivimos todos juntos. Pobre, pobre equilibrio por nacer, constantemente. Pobre té amargo. Aunque tenga los pies calientes y la mente fresca, siempre seguirás existiendo, y los recuerdos dando   volteretas en el espacio no van a tener más opción que venir a la hora del juicio final. Como todos, como todos los hombres y mujeres que  creen en la realidad y en los sueños.
 Me incliné en la noche que me tumbaba, y sobre el ruido del viento acaricié tus párpados. Ya estaban ahí como de costumbre esperando los mimos, como el roce del pañuelo sobre la mejilla.
  Y perforándose  dentro de la coronación de las palmas hizo su doble vida.




lunes, 10 de octubre de 2011


 .  Cuando el hacha se hizo martillo que golpeara el roble, que acariciara
   el manto de la cuna de mi padre, que forjara la casa donde viviría, sentado entre los nogales;
   apostando vientos y tempestades a lo que sería ese trabajo de la imaginación y la materia; del diseño
  de una vida aplastada entre la vida esperanzada  y la amargura del corazón. 
   El péndulo volcó su energía en la desintegración de los ojos, en la soledad del cuerpo,
   en las utopías hechas sangre.

  La lluvia de ayer trajo la suerte inundada. La molestia fluvial, o la purificación.
  Vino a sacudir contra todo eso inútil de lo cual nos tensamos durante el día.

   Para disfrutar de las cosas, a veces hay que escaparse de las cosas. Romper la lógica
    y estar a las 3 de la mañana despierto y que te sorprendan estas gotas enormes, rápidas y líquidas.

   Las cicatrices de colores, reestructurándose.  Las propias láminas de volúmenes insalvables.
  El dolor escaso, impiadoso en esta mañana perdida.
  Allá a lo lejos,  puedes. Si con tu luz, si con los caminos sueltos que recorrimos y sacamos ahora
  como el sol al día.

miércoles, 28 de septiembre de 2011


.  Una línea chorreando por el rostro.
 Que nadie me mire el corazón.
 La estrepitosa voltereta de los sin nada,
 acumulando nubes en la desalineada gravedad.

 Mucha tierra, poco cielo? Mucho cielo poca tierra?
 Fantasía en los nubarrones, golpes y palos sobre las veredas.
 El amor inquieto, ultrajando el vientre,
 somnoliento entre mordazas de desayuno.

 El sexo como escapatoria.
 La última palabra, cuando el beso se cerró.
 La canción desesperada, en el día de primavera.
 Las oportunidades.

  Bailar con el viento, para secar el ayer.

sábado, 24 de septiembre de 2011

La Cantina



El otro día me encontré a Héctor en la cantina, como le llama al bar de la Facultad de Sociales, sede Marcelo T.de Alvear 2230. Todavía recordaba, yo pensaba que no. Yo  estaba en la mesa del fondo haciendo tiempo para una reunión, y observándolo a ver si me reconocía:  y le eschucho “Serrat, Serrat, Serrat”. Voy y lo saludo.
 - ¿Cómo andás Héctor?
 - “Serrat, te acordás aquella mañana que limpiamo la cantina? Cerramos las puertas con cañaveral. Nunca más se te vio por acá.”
 - Sí. Estuve ocupado Héctor. ( y se me viene a la memoria aquel día, hago una leve sonrisa)
 - ¿Querés un poco de zandía?
  Efectivamente Héctor estaba tomando te caliente de zandía. Estaba rico: “me la trajeron unos amigos, de los campos”.
  Cuando uno está enfermo recuerda a personas como Héctor, que elijen estarlo, que saben que no hay vuelta atrás, pero que son los mejores administradores del tiempo y de la memoria. Él es el que más resiste. Sin embargo nosotros pensamos que así está bien, que es un tipo macanudo, gracioso, melancólico, pero a la vez un asesino en potencia. Lo traicionaron mil veces, sin embargo mantiene la frescura. Lo enigmático. No saber cómo reaccionar. Que no lo usen.
 Le pregunto a propósito:
- ¿Dónde estás durmiendo ahora Héctor?
- Acá, acá al lado. Se había planeado una casa cibernética, pero no funcionó.
  Claro, me digo por dentro. Le han hecho un mural y le han dejado su espíritu por ahí, en la intemperie. Los no docentes de la facultad no lo quieren, suena lógico ¿ Pero qué tanto, estuvo desde siempre, por qué no hacerle una casa lindera? Como muchas otras lacras lo han hecho, y no le llegan ni a los talones.
 Gritó luego mientras la fila de estudiantes recién saliditos de cursar se impacientaban por un café con leche con medialunas: “¡Claroo, claro, fila de tendedores del tiempo, hacen fila desesperados, qué ganas de perder el tiempo!”
 Se queda un tiempo al lado de mi mesa, junto a la barra. Se queda en sus cosas.
Luego se lo ve arrastrando el colchón pulgoso y las frazadas. Abre la puerta. Sale de la cantina hacia el estacionamiento. Cierra la puerta.
 Se fue a dormir con el frío y la lluvia.
  Dicen que vivía feliz con su familia en Venezuela, los había convencido que se vengan desde Uruguay.
  Hubo un accidente.

chau



  De las entrañas sacó algo que le había estorbado hace tiempo.
  Pasó por su vorágine hasta la madurez de su cadalso. Lo miró como quien mira el atardecer.
  Apretujó los dientes, abalanzó la esperanza y camino rumbo perdido va.
  Sus familiares decían, sus hermanas comentaban, la abuela Rosita rezaba, cuándo, cuándo será aquél día.
  Llegó, puso todo el dinero sobre la mesa, descascaró una mandarina, chupó el jugo, sacó las semillas.
   Y luego devoró el flan con crema que había dejado Rosita sobre el mantel. Le dijo te quiero. Un gran abrazo y cargó su mochila con recuerdos.
  No llevaba cámara ¿ Para qué ?
  Allí en Caleta Oliva todos los instantes son mágicos. No hace falta guardar en el futuro la leyenda de todos los días.

miércoles, 7 de septiembre de 2011


  . Por estar abajo dentro del misterio,
  en su fluorescencia, vislumbró el poder dentro de la imaginación
  en la materia.

  Los elementos conformados se disgregaron en el vértice, se adhirieron
  en el color de sus ojos, inventaron teorías,
  se amaron,
  y volvieron a separarse.

   La libertad en su remordimiento
   dividió el agua con su pulseada feroz.
   Las moscas, los reptiles, seguían merodeando la paz.
   Mientras en el paño de lo oscuro de la mente,
   las ideas contrapuestas quieren volcar sus jugos en la mayor cantidad de mesas posibles.

   Sacó los atajos uno por uno, incrustó su perfume de lado a lado,
   destilando la locura hacia la realidad.
   Como una impiadosa amarra,
   alertando sobre las heridas del alma.

  Miré los párpados zigzagueantes. Estudié su radiografía.
  Confirmé que la rotura estaba en el inicio, y que salvarla
  implicaba asumir todo el amor necesario, pero con más tiempo.

   La horrorosa salvación vendría de la mano de recordar, volver a pasar por el corazón;
   las ondulaciones psicosomáticas derritiéndose.

   Acaso, acaso...
  ¿recordaría de ese modo? 

jueves, 1 de septiembre de 2011


Cuando las palabras arraigan. Cuando el sonido limpia.
Cuando se moja el aceite en mi boca y entre rúculas, espinaca y tomates cherrys  
 siento en la terraza como la noche respira.

 Hay asceto en ensaladas, repollos, perros ladrando y corriendo. Animales sueltos. Bestias de la noche.

  No hay que hacer más. Cualquier movimiento creería hacerlo bien, en cualquier lugar y espacio,
 con su justo pulso, mientras las horas no se dejan oscurecer.
 Mientras las paredes son frescas y crecen arremolinados los milagros en los pies, y en las manos,
  y me muevo bailando esta melodía lenta y rígida. En los zócalos, en las lonjas, y en las fibras.
 Aeroplano.
 Giro inevitable.
 Con estos músculos y estos tendones. Esta vibración.
 De un cerebro desarticulado. De un cuerpo uniéndose.


Una muerte que es como una palabra,
una carne desigual.
Un tiempo absoluto
que se ha perdido.

 No hay campos abiertos
 dentro del molde.
 En alguna parte,
 el sujeto tiene que ceder.

 Como el peso de la conciencia sobre el corazón.

domingo, 28 de agosto de 2011

En la guardia clínica


En la guardia.

   Al lado mío hay dos señoras muy parecidas, después me contaron que eran hermanas, mellizas. Una de 73 años, la otra de 85. Pelo canoso las dos y de ojos celestes míticos. Una tenía el pelo despeinado estilo viruta, y la otra de 85 tenía un corte fashion. Ella en un momento empezó a jugar con el celular touch a la generala. Movía el aparato y así los dados se mezclaban en el vaso hasta tirarse en la pantalla virtual. Cada vez que los dados se chocaban hacía el ruido correspondiente, crac , crac, crac. Todos en la guardia las miraban sorprendidos.
- Nosotras estamos hace 4 horas dando vueltas acá.     
- ¿son inglesas?                   
- sí. Argentinas, de descendencia inglesa.
 Las dos hermanas se hablaban intercaladamente en un perfecto inglés y en un castellano canchero. Cuando la otra no entendía lo que quería decir en inglés, quizás por problemas del oído o por el estado febril que tenía, o el dolor en la garganta que no le permitía pronunciar con naturalidad, la otra le decía: “ ¡el teléfono celular reina!” “ ¡cell phone, cell phone, qué cosa che! ”. Era extraña la significación cuando usaban uno u otro idioma, no seguía una lógica, cambiaban del uno al otro sin razón. Cuando nos preguntaban cosas a  mi o a la chica que estaba al lado, lo hacían en castellano obvio.
- ¿qué estudias vos che?   
 - Comunicación. Ciencias de la Comunicación Social ( uno siempre luego de decir Comunicación, necesita decir algo más, como para darle más prestigio al asunto, entonces es cuando justifica la solidez prestigiosa de la palabra "ciencias").
- Ah, vas a ganar plata con eso.
- jajaja. No creo.               
 La hermana de 73 me dice que hizo yoga durante 15 años. Es bueno, hace bien al alma, libera. Yogananda.
- ¿ Paramahansa Yogananda?
- Sí.
 Los dos entendimos.

  Luego salgo diez minutos al locutorio y vuelvo, me cambio de lugar. Apenas me siento,  me empieza a hablar una señora con pinta de alemana, pelo blancuzco, más bien petisita, que usaba un bastón, y que tenía unos ojos entre grises y verdes que quemaban. Tenía una piel tostada y anaranjada, pero sin arrugas. Era esa piel extraña que se ve muy pocas veces, fiel, lisa por fuera, pero resquebrajada en su interior. Aún así, luego de esperar y esperar su turno, con su vos suave y ya un poco débil, caminaba despacito a preguntarle a la secretaria cuándo la iban a atender. “ Paciencia, paciencia, hay mucha gente que llegó con urgencias, todos los hospitales están derivando acá, por esto del invierno y la gripe viral. Paciencia, espere”. No le daban bolilla. Así pasaron dos horas y la señora volvía cada 30 minutos a hacerle la misma súplica a la secretaria. “Pero señora, yo no puedo hacer nada”. Otro señor que estaba al lado de ella le dice: “ tiene que exclamar, exigir, si va con esa vos suavecita no va; si el médico le habla fuerte, usted más fuerte aún; si él más fuerte, usted más fuerte aún. Va a ver como la van a atender. Venga, venga que yo le ayudo a exigir”. Así le dieron alguna que otra prioridad. Pero tenía doce pacientes antes que ella. La vieja seguía intranquila.
-  No sé qué hacer, no se si irme o quedarme. Yo que vengo por algo que es una pavada, tengo que esperar tanto. Tengo como una verruga que me salió, pero no se qué es, como yo tengo la piel muy sensible.  Pero me voy a cambiar, acá no vengo más. Además, yo sufro del corazón, desde que nací. Hace 85 años que sufro del corazón"
- Faaaa (pienso yo).
- Me voy a atender en el Favaloro por lo del corazón. tengo conocidos por todos lados. Y muchos directores de hospital. Mi hermano también dirige un hospital por Adrogué, me atenderían de inmediato, no como acá. Pero el viaje es muy largo hasta allá. Vengo de dejar a mi nieto en la escuela de le vuelta.
-   Ah, donde yo trabajo. Quizá lo conozco ¿Cómo se llama?
-  Ah. emmm, hace una risa de vergüenza por titubear por un momento y no recordar, Juan, Juan Oreño. Está en septimo, un chico alto más bien alto, de facciones claras. Muy inteligente. Me acuerdo que la directora cuando lo veía entrar decía : ahí viene el sabio… ah., no me acuerdo.. ¡pucha!
 (Son las cosas típicas que se olvidan las abuelas, como cuando nombran en forma superpuesta todos los nombres de sus otros nietos antes de decir el tuyo).
-  Mi esposo también era militar, pero un buen militar. Se fue a España a llevar los restos Evita. Yo cocí durante muchos años, me acuerdo que le hice el vestido de novia a la mujer de un militar que estuvo en la junta… no me acuerdo, es conocido..
 - ¿Massera, Videla, Agosti, Galtieri?
-    no, no… no me acuerdo.. ay ¡pucha! Bueno, y miralo vos, después andaba por todos lados mostrándolo, por las calles.  Bueno, y después tenía una amiga que estaba casada con un militar, pero le gustaban los negros. Qué se le va a hacer. Y un día por seguir a un negro se cayó en la vereda, se hundió en el zócalo y se quedó gritando e insultando desde el suelo, mientras los porteros la miraban con cara estupefacta. Claro, los hombres son bravos, pero hay cada mujer también, jaja, qué plato!     
  (Nos reímos los dos).
-     Después tenía una amiga que estaba viviendo en Córdoba. Ella no podía tener hijos y fue al médico. La atendió el primo del Che Guevara.
-   ¿ el primo del Che Guevara?
-  Sí, (y reimos los dos)
-   El primo del Che Guevara le dijo yo no puedo curar eso señora, porque lo que usted tiene es mental, yo no puedo hacer nada. Estaba tan desesperada por tener hijos que no podía. Luego adoptó dos hijas, desde chicas. Y después se mejoró, agarró confianza y pudo tener dos hijos más.¿Y vos podés creer que no me avisó cuando nacieron? Tomó revancha, porque yo no había ido cundo adoptó. Y que tiene que ver, si no eran tuyos.
- (Hice silencio.  Se vuelve a fatigar por la demora).-
- Además, yo tengo la piel muy sensible, no puedo casi ni tomar sol. No puedo caminar por el sol, tengo que ir por la sombra. Estas manchas acá en la cara me salieron por eso ¿ves, ves?  Un día, me acuerdo cuando tenías 17, 18 años, y estaba en la secundaria, salíamos con los amigos a nadar a Tigre. Y un día el río estaba muy seco y muy bajo. Entonces mis amigos se ofrecieron a empujarme a mi en la canoa para que no caminara. Pero no, pero qué tango, yo quería ser igual, me bajé y caminamos 15 minitos bajo el sol. Después estuve 15 días con las patas para arriba! No me podía ni mover! Cuando voy a la playa, me pongo una carpita al lado del mar, estoy con pantalones, crema, todo, paraguas. Solamente me los saco cuando voy al mar¡ Igual me quemo!

Luego de esperar más de cuatro horas, las dos hermanas inglesas se cansaron de esperar y se fueron  de una forma tan pacifica que admiraba ¿Será su sangre de la realeza? Una con bastoncito apoyándose de la otra con el peinado fashion. Con sonrisa burlona me dicen al pasar: “ ¡si preguntan, decí que las hermanas Kneller se fueron”! Y se reían.
 La vieja alemana y yo nos quedamos mirando cómo se iban las hermanas, boquiabiertos.   


lunes, 22 de agosto de 2011

  .  Hay un silencio que enceguece,
 Una risa abrumadora, un patio baldío.
 Las paredes naranjas que ocultan la sabiduría,
 Los rostros cansados en lejanías horizontales,
 Las rimas dentro de los versos, dentro de los textos,
 dentro del discurso, dentro de tu ritmo, en el calor de tu cuerpo.
 Una taza,
 Sobre las palmas que se acarician,
 y los objetos que desprenden su luz de fantasía
 por la mañana, nítidas.
 Desperezándose, de esta
 sístole acorazonada,
 de una mañana en su plena existencia.

sábado, 20 de agosto de 2011

Hay



  Hay recodo en el camino, parte sin sustancia. De todos modos yo creía acompañarte, siempre, de algún modo.  Volverán a pisarme tus rastrojos, de pensamientos que ya han pasado, de costilla a costilla. Que mueren en lugares y nacen con lo verde del día, en zonas oscuras, móviles y distantes, como la paloma que golpea y acaricia mi ventana. Allí, tiempo atrás, iluminaba la caída de la tarde sobre tu espalda. Y yo moría por besarla.
   Calor que quema. Hombres que mueren en brazos de la libertad. Libertad que no duele y es única, que llama a los que la buscan. Que tiene tiempos y pies, y brazos para abrazarte.  Cuando un estruendo dice apagar mil soles, y se caen las lluvias a la tierra, es porque el barro quiere formarse, quiere hacerse gota, quiere hacerse agua en inundaciones, y quiere hacerse árbol para el conocimiento. Árbol para el animal, que lo trepa, que lo lleva, que lo envuelve en ventilaciones y gestos, en noches arañadas por la oscuridad. Cuando la selva se retrae hacia el bosque y el jardín es una madriguera tapando el manantial, el horizonte es un piso flotando. Hacia mi, vuela una mariposa y se pone acá, reposa en mi costado y se sube a mis costillas. 

jueves, 18 de agosto de 2011

y detrás


    Y detrás de las canciones, sobreseyendo los ojos,
    conjugando las palabras que perforan. La protuberancia,
   La presencia de estar ahí,
   los claveles subrayando el pelo.
   La impronta de que digas mi nombre en la oscuridad.

   Y  de haberlo calculado, hubieses traspasado la linealidad de los asuntos, por sobre los claros bajo fondos; los gorriones, las gaviotas,
    picoteando fino. La lacerada estampa donde cada noche hundes tu pecho frente al silencio.

domingo, 14 de agosto de 2011

Pedazos


  Pedazos tras pedazos se van llenando el vacío de la conformidad,
  Donde la nube apelmasada recicla el día, y el llanto se hunde mar adentro esperando la salvación.
  Corre, corre, entre la astucia y la desalentada magia de los caminos. Corre, recorriendo los misterios.
  Las oscilaciones de tu memoria tienen raíces en tu cuerpo, y aunque las perturbaciones de la realidad te deformen,
  siempre aparece el centro medular.
  Ladran aquellos que no entienden. Ladran para escapar a la realidad y su sueño desconmensurado.

la risa


  La risa carcome el alma, y destruye la sigilosa profundidad del desierto.
  Un atisbo de la buena memoria encendiendo el fuego desde el vientre, fauces salidos, vértebras rotas.
  Uno no ama a quien abandona, uno estremece la partida al llegar al inicio. La corazonada se vuela en
  un pecho abierto sin destino. Emprende el viaje hondo y risueño, la dulce torcaza, la estrella sin fin. El camino
  se ha sesgado, se vigoriza el lento esperar. Se ha vuelto carne sobre la velocidad del viento. Ha traspasado la cobardía.
  Una rima rebelde, estupefacta.

sábado, 6 de agosto de 2011

"Metáforas desde la naturaleza y delirios en rama, frente a historias que quieren ser".

“Metáforas desde la naturaleza y delirios en rama, frente a historias que quieren ser”.
                                                      
Tenía la esperanza de juntar saliva y encontrar un latido en el fondo de la naturaleza. La montaña acicalaba su rascacielos con aquietados manoteos como mono cola de león a su desparramada criatura en su cabellera. Las venas afiladas esperando el aire caliente. Los tiempos, aquellos tiempos donde la muerte ensangrentada detenía un invierno cuajado, como la violencia asesinada dentro de lo oscuro. Como una sonrisa entrecortada desafiando al destino. Así, mientras me repetía que no debía repetirme, siempre algo nuevo, siempre variar, siempre sentido sobre lo sin fondo, crujía sobre la inquebrantable melodía una expectativa traicionada. Iba a haber, estaba seguro que iba a haberme sobre la incerteza corroída.
  Viento en popa sopla el cuerpo lo enraizado de su envoltura, acariciando libertad ya lograda por alguien  pero libertad al fin ¿O acaso no tiene mérito alguno eso?¿ Cuántos tipos de felicidad existen? Alguien ha dicho "si te pones a pensar pierdes", la vida de un tirón, las sustancias y los elementos conjugando una orquesta del voluntarismo sobre la estrepitosa realidad. La lógica del acontecimiento. Como la saliva que encuentra el cuenco vacío donde formar su viscosidad y hacer germinar como agua, como malta, las bocas sabrosas esperando su jugo. 
  Junté a la elegancia que tenía preparada para una ocasión así, la disfracé de payaso y se movió entre la certeza de libertad y la mueca burlona, danzando con los zapatos negro crayón. Un Dios descerebrado, una enigmática intuición; la benevolencia en que todo salpica hacia el espanto. La solapada desesperanza de querer ayudar ¿A quiénes se preguntan? Y ahí la descomposición de todo, un arrayán en la centella de los lagos perdidos, la flor descosida; la camisa deshilachada frente al menjunje donde las dolencias se apuntan.  Un Dios desesperado, el retazo sobre la cama, la mujer preñándose en el almíbar de la dulzura  ¿y quién quita la pena? Los deseos factuales, la cumbre del delirio, las circunstancias agazapadas sobre el pedestal del juez inconciente.
  Ya mis rayos apuntando al sol acarician los pañuelos de la rebeldía  que tantos años han esperado para conquistar la paz. A la paz no se llega tranquilamente como lo hace la ordenanza a la tranquilidad. A la paz se la conquista, se la trabaja, se la ríe y se la enoja hasta saber que es siempre ese estado de rebeldía y cambio todo el tiempo sin encontrar la paz. 
 Pero el Dios ha formado los diques y los acertijos para que juguemos en ellos, para que revoloteemos unos frente a otros con nuestras caras y nuestros cuerpos, y nuestra paz escondida en algún rincón, esperando destapar la felicidad alborotada dentro de nuestros pies y nuestras narices;  la pronta levitación trepando por las piernas, como el miedo aferrado al vacío.
 Aún me preguntaba si existía la posibilidad de andar lleno de gloria.
 La escena constante,  y la magra delicadeza de hacerse a un lado cuando viene el atropello. La demencia desconfigurada. 
 Al fin el humo se disipará con la sombra, abrirá grandes bocanadas de dolor por la espalda y se apretujará en el corazón marchito.
 Esto se digerirá como vómito nunca salido. 

  Allá en la montaña del rascacielos más inmenso del mundo, un bostezo se abre inhalando todo el perfume ensuciado de los hombres impuros. Las memorias aguardan todopoderosas el estrangulamiento de la verdad anquilosada, esperando su hurto, esperando su redención.  Y mientras nos seguimos acariciando, y mientras estamos uno al lado del otro esperando subir esa montaña y olfatear con nuestras narinas toda la broma. Mientras te cuento un cuento donde hay animales y hay felicidad; y en un auto un padre llamado Pablo le cuenta una historia de un caracol a su hija de cinco años llamada Zambá.


viernes, 5 de agosto de 2011


Cuando me refería a que me amaras, pensaba algo así como lo hacen las guitarras en una noche que se adentra por
  las sombras y el frío apaciguado junto a un fuego lento y constante. Y que en ese crispar, en asas llamas radiantes
  de placeres y vinos, y bosques, las tierras que han sido soberanas mías, puedas beberlas y recuperarlas.

¿ Por qué cuando todo es triste y oscuro se abre la felicidad como sanguijuela que atraviesa las partes más simples de la expresión humana?  Como los tambores de la tierra, como las lluvias. Como los rostros humanos.

 Cerrá tus lindos ollitos, durme durme.
  Voy a dejar caer otra piel.

dentro


   Dentro del cuerno de la guampa, todavía la yerba  en mezcla con el cuero,
  conserva una sangre que es arrastrada desde tierras coloradas y naranjas, negras oscuras.
  Al succionarse se implementa un mecanismo salvaje de saliva que se traga por la laringe
 y se vuelve vaca y pichón de no se qué terreno donde lo habitan la familia Zendoa.
 Será por San Cosme y San Damián.
 Cuando se aprieta ese cuajo de esternón, y la rúbrica de esa pieza se volverá hacia mis manos,
 pienso en todo, en la bestialidad que mata el hambre de las personas, que sacia el alma. Y que sangra las manos,
sobre el cuero caliente. Sobre la fragancia lejana. Es rica.  Se lamenta decir que se saborea rudamente en el paladar
 más refinado como el más rústico y silvestre. 
 Ahora cierta escritura que se ha formado quién sabe de qué piso ha salido, de qué árbol, de qué esperma, de
 qué guijarro en el cual mis cinco dedos acariciaban el barro, moldeaban la arcilla y la cerámica. Quizá todo eso
 es parte, y quizá no.  O el esperma dejado la noche anterior.  O las horas y las pieles. O el rasguido de esas
 cuerdas.
  O la cicatriz en el viento. 

lunes, 1 de agosto de 2011

al pensar


   Al pensar el por qué de la creación de un blog, pienso en las tintas perdidas. Pienso en qué sería lo mejor para este mundo. Si vivir de lo escrito, o de las experiencias de nuestra propia inmanencia en el mundo. Cuando generamos las historias, la sensibilidad de nuestra meteria, de nuestras fábulas, de nuestros imaginarios, creamos en la ficción, en la tinta de papel, ahora virtual, lo que nos gustaría hacer y sentir, o lo que no podemos por inteligibilidad, por el espacio y el tiempo no propio ni arriesgado  ¿El miedo y la ausencia de energía para la praxis misma de la vida la reemplazamos en la escritura?¿ O la propia escritura genera también la energía para las prácticas de la vida social, para los sueños individuales y colectivos?
 Probablemente haya una combinación de ambas, y es la eterna pregunta sobre el lenguaje y el hacer el eje de la cuestión. Necesitamos de la poética, de lo sensible, para ordenarnos las vivencias, para sentirlas y para soportarlas. El poder describirlas, ampliarlas, torcelas, expandirlas ¿ las hace más livianas, más encantadoras, más temibles, menos vacías?
 Tenemos entreveradas en nuesta sangre las historias y las leyendas, las energías y las voces de millones de años. Y tenemos los paisajes, los manantiales, las praderas, las tristezas ¿Cómo no sacarlo afuera? Cómo no canalizar eso en alguna expresión para poder darle alguna forma y dirección?
 Es necesario, cada día lo creo más. No podemos vivir sin eso. No somos así.
 Cada día trazar una línea. No dejes pasar un solo día. Es empezar de nuevo sumando hilos que se tienden de una cuerda infinita, utopía atrapada en azules turquesas, rojos vivos, naranjas, humo gris.
 Pretensiones aledañas a círculos concisos de la esperanza. 

miércoles, 27 de julio de 2011

un ambiente

Un ambiente declinado, sobre las mañanas hospitalarias,
de la gente acostumbrada al dolor. La bondad, la solidaridad; el rencor.
Las buenas voces, las lindas luces que aparecen: las médicas vestidas de blanco
atienden con sus ojos fugaces al paciente en la cabecera.
La mirada bien en lo alto, apaciguando esta impronta verdad.
El azúcar en la sangre ha hecho destrozos.
La glucemia, el potasio y el suero son los niveladores
reales de una tranquilidad esperada

ha pasado

 Espero que muevas esos tajos dentro de tu cara.
 Aparecen cálidos y nobles, pero no lo son.

 Espero que traigas sonrisas y alegrías, Peñas y cervezas.
 Uvas y sandías. Espero que la tarde, la noche, tenga cosas buenas para ti.

YO abro los ojos, pero cuesta.
Yo me desenredo los ojos, pero cuestan.
Cuesta cara la libertad, y la búsqueda.
La búsqueda de encontrarte y lo que generás.
Los factores que sos, y los que altarás de manera unívoca,
intransigente, corrompida y creadora.

 La forma en que unes todo.

¿ESTO ES REAL?
 Ya ha pasado.

sábado, 23 de julio de 2011

Hay una fiesta

 Hay una fiesta, un evento dentro de un bosque, algo así como una quinta. Hay un recital adentro, tocan bandas, la gente está sentada. Y hasta en los dos polos de las extremidades del territorio se desplaza la gente y el sonido ambiente confluye en el medio, donde estoy yo, parado. Escucho las dos bandas al mismo tiempo. El meridiano es perfecto. De casualidad estaba allí. Por una oreja, un lóbulo recibe la amable de una melodía, y la otra oreja de la otra.
  Y se enciende el brillo de la noche. Las semi sombras y el aire húmedo y fresco  anuncian el silbido de las chicharras que rompen con su aullido el mundo sonoro anterior. Entro en otro submundo de ensueños. Algunas luciérnagas que alumbran el camino de entrada y salida, como farolitos. Me doy cuenta entonces que no todo lo habitable se conforma a este territorio, con esta quinta donde tocan esta música y yo estoy parado en el medio.
 Me encuentro afuera con Héctor. No puedo creer que esté ahí ¿Qué hace ahí?

Voy al banco a ver cómo está mi caja de ahorro. Me doy cuenta que va muy bien. Que hay mucho. Y el empleado me recomienda que abra una cuenta de ahorro. “es mucho más seguro y cómodo para usted, lo aliviaría de una gran responsabilidad y le daría una seguridad incomparable” Cómodas cuotas. Traidores de la nuca.
 Le explico que si él justamente me recomienda eso, es que la seguridad del banco es un desastre. Y básicamente lo que me está diciendo es que si no me paso a una cuenta de ahorro, me van a chorear de  a poquito o toda entera la plata que tengo en la caja, y que de todas maneras, si abriera la cuenta, también lo harían.

 Se abre un cielo mítico e inacabable, como perturbándome la espalda. Algunas águilas y otros chirridos, que escapan a la memoria vienen de pronto a este mar de ensueños. Pienso:
 Caballos perdidos, dientes rotos y encías sangrando. Pienso, objetos de la energía y pastos amarillentos. Calamidad. Encuentro lo que dices pero no lo entiendo. Ni yo lo hago,  y me pregunto si tanta retórica de la palabra, de los pensamientos y de las imágenes, llevarán a algún lado
¿Todo cansa, pero qué salva?