sábado, 30 de abril de 2011

salgo

 Dicen que teniendo un principio se tiene un final.
 Donde hay una pista, una huella. La calamidad de la dulce espera.
 La sangre brota. Los azulejos teñidos de formas de un final inacabado.
 Ahora piensas todo eso porque lo viste.

  Me caliento el cuerpo con el sol
  Las percepciones a mi lado encuentran su sitio de preponderancia.
  Me siembro bajo mi sombra y empiezo a pedalear.
  Cuántas hojas por llover, cuántos otoños borrados de mi memoria.

   En el cuenco de este árbol, veo un pastizal, veo un rugido, veo la
   fisonomía de la materia.
   Los rasgos que tiene tu cara,
   una mujer con ojos celestes que me dice te quiero.

   La sabia en un latido del corazón.
  Alguna estratificación de una estructura ramificada.
  Apareces cuando es poesía la hoja, ventosa tu mirada, 
  se rumorea, que permaneces en la galaxia siempre que miras.

  Una centella arremolinada en la tarde.
  El encapsulamiento al cual se somete el ciempiés
  en las manos de la tierra y en la panza del cielo.

jueves, 28 de abril de 2011

sábado

sábado. mediodía.


  Los procesamientos por los que han pasado miles de años forman ahora un círculo.
 Pensamos a veces que es mejor sentir, que sentir lo pensado no tiene razón alguna.

 Toda la carne al aire usufructuada por delirios de grandeza.
 Todas esas almas que atraviesan sus hálitos y los sortilegios, y los vientos,
y las esperanzas. Cuando encuentras un latido ¿ sabés qué hacés?
¿Cómo aprender la sustancia y volcarnos por encima de la felicidad?
 Entreabre los ojos cuando siente que está cerca.
  Por eso nos preguntamos cuando afilan el cuchillo y empuñan su victoria, qué cuestionamiento se le puede hacer. Cómo impedir eso que se ha formado. Y hay que escarbar por dentro de nuestra coaliciones, que armamos rígida y esquemáticamente casi sin darnos cuenta. Cómo no  nos damos cuenta. Cómo no ver lo que está sucediendo. Ahora miro esos cuentos pasados, esas poesías inservibles y reflexiono sobre la articulación entre literatura y política.  Y ahora me veo las líneas de mis manos y las coagulaciones intrínsecas y me doy cuanta que mi alma siempre fue intransigente. Cómo busqué apartarme siempre de la falsedad de tu mirada. Cómo evité la negación y las acciones, la contingencia.. La perseverancia puede ser cosa de débiles. No significa tener aguante.  Estaban equivocados, siempre lo estuvieron. Y yo no hice nada.

domingo, 24 de abril de 2011

Federico

  Un corte sagital sobre su espalda lo hizo volverse un niño,
 sonrisa de niño, pelo de niño, ojos de niño.
 Inteligencia suprema. Sin miedo. Inválido y recurrente.
 Formado por la apariencia de su alma, por las babas que le salen
 de su bronca apaciguada, que se vuelve ternura.  Que es repitencia y herejía. 

martes, 12 de abril de 2011

Las puntas del deseo

Héctor


 No es nada alegre ni tampoco triste saber que uno permanece en vigilia toda una noche entera con un loco de remate ¿Está loco?¿Es posible permanecer horas y pico al lado de ese loco, limpiando, barriendo, ordenando un bar de 6 a 8 de la mañana, totalmente descontrolado por una fiesta interminable y agotadora, con las roturas y las lesiones y la hermosura y la tristeza, y la compañía y la soledad, características de las bellezas de las fiestas? Tendiendo diálogos surrealistas y escuchando unos tangos y unos blues de fondo, allá a lo lejos, ancestrales de colección..
 Siento que estas dos personas nos entendíamos. Que allí no era un loco ni un cuerdo. Que allí el no era él y yo no era yo. La locura eramos los dos, y todos. Cómo entiendo  entonces cada palabra, cada gesto, cada lectura de los movimientos. Cómo escucho lo que él escucha. Cómo hacemos chistes. Cómo reímos. A carcajadas. A locura.
 A ataduras insostenibles. A ataduras del alma. A bla bla bla bla bla bla bla bla.
A oscuridad de la sombra, o a cumbre de la luz
  Sí, claro, bárbaro, quedamo así.
 O ah… entiendo… traidores de la nuca.
   Se fue porque no le queda otra, se repetía. Se ovnibulaba. Se creía. Se espantaba.
   Se fue porque se veía volcándose. Se fue por Héctor y las montañas, por esas cimas hexagonales derrumbándose. Por los líquenes de batracio. Por Mendoza. (MendozaAAAA! gritó un día )
 Cuando lo vi no lo podía creer, cual Quijote. Qué fuerza del destino. Qué improperio.
Y pensar que traía pájaros en la cabeza, energías del más allá. 
 Qué ganas de tener la viva voz.
 Vuelven a la memoria... las puntas del deseo.

jueves, 7 de abril de 2011

. La fragancia en el orden. La llave en la puerta. La puerta transversal.
La noche con su disección en el rocío.
Las mañanas calladas, tragadas por la bronca.
Las burbujas que produce un limón en la cerveza,
en la rubia cerveza que se impregna de la noche
y toma los colores como ondas.

Sí, la imaginación al poder. El objeto “en sí” me muestra
mi mediación de la imagen, en fantasma, de pensamiento,
de olor abstracto que son partículas ¿de dónde?
Del aire, de la fragancia en el orden.
De las hojas como espiral armándose sobre el tallo,
de la raíz de su médula hasta su punta.
De su corte sagital, y de su expansión como enredadera que toca mis puertas,
que abre mis llaves, que abre la noche.

Es sabrosa la noche, como sardina en tostada con aceite de Oliva.
Como cerveza alimonada. Como ceviche con rabas y refrescos espumosos y púrpuras.
PÚR PU RA, qué sabrosa que es la palabra púr pura, como se la diga.
Es parecida a CÚR CU MA.
Hay una continuidad suntuosa.
Como aceituna negra descorazonada.

El sabor es el orden. El orden en el sabor de la derrota.
De sentirse sin ser sentido. De amar sin amar.
Como el que habla sin pensar,
como el que oye sin escuchar.
Como el que se estremece sin morir.

lunes, 4 de abril de 2011


Subo a la terraza en este presencia que me invade y me abre la boca. El cuerpo me calla y las piernas me tumban, hasta tal punto que no me puedo sentar sin quedarme porfiado, y la belleza se sienta a mi lado, tumbada ante la nada la desprecio. Tengo que estar parado sobre un pedestal, tengo que correr y saltar. Tengo que molestarme. Ya habiendo vacío en estas palabras ¿qué se hace con el vacío? Ya desvirtuados los niveles no se junta bien el elemento. Hay una rápida brisa y unos centellones despedazados por el cielo, cielo negro y con abismos indescriptibles. Subo la escalera peldaño a peldaño.
 Encuentro que la puerta estaba abierta. Estaba una chica tomando del más delicado vaso, un fernet con hielo hasta las orejas.
 Y una música perteneciente a Led Zeppeling empieza a sonar.

Esperaré hasta que digas basta.

Moriré en esa canción de cuna. Con el olvido del sueño, y la muerte que demuestra que la vida es triste.

Cómo ha sido el sueño?

Cómo vendieron nuestras almas a través de una ventana sin final.
Un letargo adormecido entre las palabras e imágenes leves y bifurcadas,
 Que nos hunden cada vez más abajo. Y que estamos, sin embargo, por encima de la felicidad.
 Un puñado de escenas sobrevive a la inmediatez de la presencia. El acontecimiento es una tangente llena de brechas y agujeros, de sombras negras y luces perpendiculares.
 No recuerdo muy bien ese porte en la voz, de esa melodía ancestral y laboriosa que se filtraba por mis oídos, pero sonaba a risueña, a muerte lenta, a ojos con calma del destino. A pestañas que se cierran como un manantial que lava y fluye la paz, del silencio en esos ojos.
 No encuentro rostros ni melodías conocibles. Porque todas están en la piel y en mis ojos. Son como láminas que se abren y se cierran, constantes, con firmes movimientos. Que colapsan, que saturan, que abren grietas hondas en los recuerdos.