domingo, 28 de agosto de 2011

En la guardia clínica


En la guardia.

   Al lado mío hay dos señoras muy parecidas, después me contaron que eran hermanas, mellizas. Una de 73 años, la otra de 85. Pelo canoso las dos y de ojos celestes míticos. Una tenía el pelo despeinado estilo viruta, y la otra de 85 tenía un corte fashion. Ella en un momento empezó a jugar con el celular touch a la generala. Movía el aparato y así los dados se mezclaban en el vaso hasta tirarse en la pantalla virtual. Cada vez que los dados se chocaban hacía el ruido correspondiente, crac , crac, crac. Todos en la guardia las miraban sorprendidos.
- Nosotras estamos hace 4 horas dando vueltas acá.     
- ¿son inglesas?                   
- sí. Argentinas, de descendencia inglesa.
 Las dos hermanas se hablaban intercaladamente en un perfecto inglés y en un castellano canchero. Cuando la otra no entendía lo que quería decir en inglés, quizás por problemas del oído o por el estado febril que tenía, o el dolor en la garganta que no le permitía pronunciar con naturalidad, la otra le decía: “ ¡el teléfono celular reina!” “ ¡cell phone, cell phone, qué cosa che! ”. Era extraña la significación cuando usaban uno u otro idioma, no seguía una lógica, cambiaban del uno al otro sin razón. Cuando nos preguntaban cosas a  mi o a la chica que estaba al lado, lo hacían en castellano obvio.
- ¿qué estudias vos che?   
 - Comunicación. Ciencias de la Comunicación Social ( uno siempre luego de decir Comunicación, necesita decir algo más, como para darle más prestigio al asunto, entonces es cuando justifica la solidez prestigiosa de la palabra "ciencias").
- Ah, vas a ganar plata con eso.
- jajaja. No creo.               
 La hermana de 73 me dice que hizo yoga durante 15 años. Es bueno, hace bien al alma, libera. Yogananda.
- ¿ Paramahansa Yogananda?
- Sí.
 Los dos entendimos.

  Luego salgo diez minutos al locutorio y vuelvo, me cambio de lugar. Apenas me siento,  me empieza a hablar una señora con pinta de alemana, pelo blancuzco, más bien petisita, que usaba un bastón, y que tenía unos ojos entre grises y verdes que quemaban. Tenía una piel tostada y anaranjada, pero sin arrugas. Era esa piel extraña que se ve muy pocas veces, fiel, lisa por fuera, pero resquebrajada en su interior. Aún así, luego de esperar y esperar su turno, con su vos suave y ya un poco débil, caminaba despacito a preguntarle a la secretaria cuándo la iban a atender. “ Paciencia, paciencia, hay mucha gente que llegó con urgencias, todos los hospitales están derivando acá, por esto del invierno y la gripe viral. Paciencia, espere”. No le daban bolilla. Así pasaron dos horas y la señora volvía cada 30 minutos a hacerle la misma súplica a la secretaria. “Pero señora, yo no puedo hacer nada”. Otro señor que estaba al lado de ella le dice: “ tiene que exclamar, exigir, si va con esa vos suavecita no va; si el médico le habla fuerte, usted más fuerte aún; si él más fuerte, usted más fuerte aún. Va a ver como la van a atender. Venga, venga que yo le ayudo a exigir”. Así le dieron alguna que otra prioridad. Pero tenía doce pacientes antes que ella. La vieja seguía intranquila.
-  No sé qué hacer, no se si irme o quedarme. Yo que vengo por algo que es una pavada, tengo que esperar tanto. Tengo como una verruga que me salió, pero no se qué es, como yo tengo la piel muy sensible.  Pero me voy a cambiar, acá no vengo más. Además, yo sufro del corazón, desde que nací. Hace 85 años que sufro del corazón"
- Faaaa (pienso yo).
- Me voy a atender en el Favaloro por lo del corazón. tengo conocidos por todos lados. Y muchos directores de hospital. Mi hermano también dirige un hospital por Adrogué, me atenderían de inmediato, no como acá. Pero el viaje es muy largo hasta allá. Vengo de dejar a mi nieto en la escuela de le vuelta.
-   Ah, donde yo trabajo. Quizá lo conozco ¿Cómo se llama?
-  Ah. emmm, hace una risa de vergüenza por titubear por un momento y no recordar, Juan, Juan Oreño. Está en septimo, un chico alto más bien alto, de facciones claras. Muy inteligente. Me acuerdo que la directora cuando lo veía entrar decía : ahí viene el sabio… ah., no me acuerdo.. ¡pucha!
 (Son las cosas típicas que se olvidan las abuelas, como cuando nombran en forma superpuesta todos los nombres de sus otros nietos antes de decir el tuyo).
-  Mi esposo también era militar, pero un buen militar. Se fue a España a llevar los restos Evita. Yo cocí durante muchos años, me acuerdo que le hice el vestido de novia a la mujer de un militar que estuvo en la junta… no me acuerdo, es conocido..
 - ¿Massera, Videla, Agosti, Galtieri?
-    no, no… no me acuerdo.. ay ¡pucha! Bueno, y miralo vos, después andaba por todos lados mostrándolo, por las calles.  Bueno, y después tenía una amiga que estaba casada con un militar, pero le gustaban los negros. Qué se le va a hacer. Y un día por seguir a un negro se cayó en la vereda, se hundió en el zócalo y se quedó gritando e insultando desde el suelo, mientras los porteros la miraban con cara estupefacta. Claro, los hombres son bravos, pero hay cada mujer también, jaja, qué plato!     
  (Nos reímos los dos).
-     Después tenía una amiga que estaba viviendo en Córdoba. Ella no podía tener hijos y fue al médico. La atendió el primo del Che Guevara.
-   ¿ el primo del Che Guevara?
-  Sí, (y reimos los dos)
-   El primo del Che Guevara le dijo yo no puedo curar eso señora, porque lo que usted tiene es mental, yo no puedo hacer nada. Estaba tan desesperada por tener hijos que no podía. Luego adoptó dos hijas, desde chicas. Y después se mejoró, agarró confianza y pudo tener dos hijos más.¿Y vos podés creer que no me avisó cuando nacieron? Tomó revancha, porque yo no había ido cundo adoptó. Y que tiene que ver, si no eran tuyos.
- (Hice silencio.  Se vuelve a fatigar por la demora).-
- Además, yo tengo la piel muy sensible, no puedo casi ni tomar sol. No puedo caminar por el sol, tengo que ir por la sombra. Estas manchas acá en la cara me salieron por eso ¿ves, ves?  Un día, me acuerdo cuando tenías 17, 18 años, y estaba en la secundaria, salíamos con los amigos a nadar a Tigre. Y un día el río estaba muy seco y muy bajo. Entonces mis amigos se ofrecieron a empujarme a mi en la canoa para que no caminara. Pero no, pero qué tango, yo quería ser igual, me bajé y caminamos 15 minitos bajo el sol. Después estuve 15 días con las patas para arriba! No me podía ni mover! Cuando voy a la playa, me pongo una carpita al lado del mar, estoy con pantalones, crema, todo, paraguas. Solamente me los saco cuando voy al mar¡ Igual me quemo!

Luego de esperar más de cuatro horas, las dos hermanas inglesas se cansaron de esperar y se fueron  de una forma tan pacifica que admiraba ¿Será su sangre de la realeza? Una con bastoncito apoyándose de la otra con el peinado fashion. Con sonrisa burlona me dicen al pasar: “ ¡si preguntan, decí que las hermanas Kneller se fueron”! Y se reían.
 La vieja alemana y yo nos quedamos mirando cómo se iban las hermanas, boquiabiertos.   


lunes, 22 de agosto de 2011

  .  Hay un silencio que enceguece,
 Una risa abrumadora, un patio baldío.
 Las paredes naranjas que ocultan la sabiduría,
 Los rostros cansados en lejanías horizontales,
 Las rimas dentro de los versos, dentro de los textos,
 dentro del discurso, dentro de tu ritmo, en el calor de tu cuerpo.
 Una taza,
 Sobre las palmas que se acarician,
 y los objetos que desprenden su luz de fantasía
 por la mañana, nítidas.
 Desperezándose, de esta
 sístole acorazonada,
 de una mañana en su plena existencia.

sábado, 20 de agosto de 2011

Hay



  Hay recodo en el camino, parte sin sustancia. De todos modos yo creía acompañarte, siempre, de algún modo.  Volverán a pisarme tus rastrojos, de pensamientos que ya han pasado, de costilla a costilla. Que mueren en lugares y nacen con lo verde del día, en zonas oscuras, móviles y distantes, como la paloma que golpea y acaricia mi ventana. Allí, tiempo atrás, iluminaba la caída de la tarde sobre tu espalda. Y yo moría por besarla.
   Calor que quema. Hombres que mueren en brazos de la libertad. Libertad que no duele y es única, que llama a los que la buscan. Que tiene tiempos y pies, y brazos para abrazarte.  Cuando un estruendo dice apagar mil soles, y se caen las lluvias a la tierra, es porque el barro quiere formarse, quiere hacerse gota, quiere hacerse agua en inundaciones, y quiere hacerse árbol para el conocimiento. Árbol para el animal, que lo trepa, que lo lleva, que lo envuelve en ventilaciones y gestos, en noches arañadas por la oscuridad. Cuando la selva se retrae hacia el bosque y el jardín es una madriguera tapando el manantial, el horizonte es un piso flotando. Hacia mi, vuela una mariposa y se pone acá, reposa en mi costado y se sube a mis costillas. 

jueves, 18 de agosto de 2011

y detrás


    Y detrás de las canciones, sobreseyendo los ojos,
    conjugando las palabras que perforan. La protuberancia,
   La presencia de estar ahí,
   los claveles subrayando el pelo.
   La impronta de que digas mi nombre en la oscuridad.

   Y  de haberlo calculado, hubieses traspasado la linealidad de los asuntos, por sobre los claros bajo fondos; los gorriones, las gaviotas,
    picoteando fino. La lacerada estampa donde cada noche hundes tu pecho frente al silencio.

domingo, 14 de agosto de 2011

Pedazos


  Pedazos tras pedazos se van llenando el vacío de la conformidad,
  Donde la nube apelmasada recicla el día, y el llanto se hunde mar adentro esperando la salvación.
  Corre, corre, entre la astucia y la desalentada magia de los caminos. Corre, recorriendo los misterios.
  Las oscilaciones de tu memoria tienen raíces en tu cuerpo, y aunque las perturbaciones de la realidad te deformen,
  siempre aparece el centro medular.
  Ladran aquellos que no entienden. Ladran para escapar a la realidad y su sueño desconmensurado.

la risa


  La risa carcome el alma, y destruye la sigilosa profundidad del desierto.
  Un atisbo de la buena memoria encendiendo el fuego desde el vientre, fauces salidos, vértebras rotas.
  Uno no ama a quien abandona, uno estremece la partida al llegar al inicio. La corazonada se vuela en
  un pecho abierto sin destino. Emprende el viaje hondo y risueño, la dulce torcaza, la estrella sin fin. El camino
  se ha sesgado, se vigoriza el lento esperar. Se ha vuelto carne sobre la velocidad del viento. Ha traspasado la cobardía.
  Una rima rebelde, estupefacta.

sábado, 6 de agosto de 2011

"Metáforas desde la naturaleza y delirios en rama, frente a historias que quieren ser".

“Metáforas desde la naturaleza y delirios en rama, frente a historias que quieren ser”.
                                                      
Tenía la esperanza de juntar saliva y encontrar un latido en el fondo de la naturaleza. La montaña acicalaba su rascacielos con aquietados manoteos como mono cola de león a su desparramada criatura en su cabellera. Las venas afiladas esperando el aire caliente. Los tiempos, aquellos tiempos donde la muerte ensangrentada detenía un invierno cuajado, como la violencia asesinada dentro de lo oscuro. Como una sonrisa entrecortada desafiando al destino. Así, mientras me repetía que no debía repetirme, siempre algo nuevo, siempre variar, siempre sentido sobre lo sin fondo, crujía sobre la inquebrantable melodía una expectativa traicionada. Iba a haber, estaba seguro que iba a haberme sobre la incerteza corroída.
  Viento en popa sopla el cuerpo lo enraizado de su envoltura, acariciando libertad ya lograda por alguien  pero libertad al fin ¿O acaso no tiene mérito alguno eso?¿ Cuántos tipos de felicidad existen? Alguien ha dicho "si te pones a pensar pierdes", la vida de un tirón, las sustancias y los elementos conjugando una orquesta del voluntarismo sobre la estrepitosa realidad. La lógica del acontecimiento. Como la saliva que encuentra el cuenco vacío donde formar su viscosidad y hacer germinar como agua, como malta, las bocas sabrosas esperando su jugo. 
  Junté a la elegancia que tenía preparada para una ocasión así, la disfracé de payaso y se movió entre la certeza de libertad y la mueca burlona, danzando con los zapatos negro crayón. Un Dios descerebrado, una enigmática intuición; la benevolencia en que todo salpica hacia el espanto. La solapada desesperanza de querer ayudar ¿A quiénes se preguntan? Y ahí la descomposición de todo, un arrayán en la centella de los lagos perdidos, la flor descosida; la camisa deshilachada frente al menjunje donde las dolencias se apuntan.  Un Dios desesperado, el retazo sobre la cama, la mujer preñándose en el almíbar de la dulzura  ¿y quién quita la pena? Los deseos factuales, la cumbre del delirio, las circunstancias agazapadas sobre el pedestal del juez inconciente.
  Ya mis rayos apuntando al sol acarician los pañuelos de la rebeldía  que tantos años han esperado para conquistar la paz. A la paz no se llega tranquilamente como lo hace la ordenanza a la tranquilidad. A la paz se la conquista, se la trabaja, se la ríe y se la enoja hasta saber que es siempre ese estado de rebeldía y cambio todo el tiempo sin encontrar la paz. 
 Pero el Dios ha formado los diques y los acertijos para que juguemos en ellos, para que revoloteemos unos frente a otros con nuestras caras y nuestros cuerpos, y nuestra paz escondida en algún rincón, esperando destapar la felicidad alborotada dentro de nuestros pies y nuestras narices;  la pronta levitación trepando por las piernas, como el miedo aferrado al vacío.
 Aún me preguntaba si existía la posibilidad de andar lleno de gloria.
 La escena constante,  y la magra delicadeza de hacerse a un lado cuando viene el atropello. La demencia desconfigurada. 
 Al fin el humo se disipará con la sombra, abrirá grandes bocanadas de dolor por la espalda y se apretujará en el corazón marchito.
 Esto se digerirá como vómito nunca salido. 

  Allá en la montaña del rascacielos más inmenso del mundo, un bostezo se abre inhalando todo el perfume ensuciado de los hombres impuros. Las memorias aguardan todopoderosas el estrangulamiento de la verdad anquilosada, esperando su hurto, esperando su redención.  Y mientras nos seguimos acariciando, y mientras estamos uno al lado del otro esperando subir esa montaña y olfatear con nuestras narinas toda la broma. Mientras te cuento un cuento donde hay animales y hay felicidad; y en un auto un padre llamado Pablo le cuenta una historia de un caracol a su hija de cinco años llamada Zambá.


viernes, 5 de agosto de 2011


Cuando me refería a que me amaras, pensaba algo así como lo hacen las guitarras en una noche que se adentra por
  las sombras y el frío apaciguado junto a un fuego lento y constante. Y que en ese crispar, en asas llamas radiantes
  de placeres y vinos, y bosques, las tierras que han sido soberanas mías, puedas beberlas y recuperarlas.

¿ Por qué cuando todo es triste y oscuro se abre la felicidad como sanguijuela que atraviesa las partes más simples de la expresión humana?  Como los tambores de la tierra, como las lluvias. Como los rostros humanos.

 Cerrá tus lindos ollitos, durme durme.
  Voy a dejar caer otra piel.

dentro


   Dentro del cuerno de la guampa, todavía la yerba  en mezcla con el cuero,
  conserva una sangre que es arrastrada desde tierras coloradas y naranjas, negras oscuras.
  Al succionarse se implementa un mecanismo salvaje de saliva que se traga por la laringe
 y se vuelve vaca y pichón de no se qué terreno donde lo habitan la familia Zendoa.
 Será por San Cosme y San Damián.
 Cuando se aprieta ese cuajo de esternón, y la rúbrica de esa pieza se volverá hacia mis manos,
 pienso en todo, en la bestialidad que mata el hambre de las personas, que sacia el alma. Y que sangra las manos,
sobre el cuero caliente. Sobre la fragancia lejana. Es rica.  Se lamenta decir que se saborea rudamente en el paladar
 más refinado como el más rústico y silvestre. 
 Ahora cierta escritura que se ha formado quién sabe de qué piso ha salido, de qué árbol, de qué esperma, de
 qué guijarro en el cual mis cinco dedos acariciaban el barro, moldeaban la arcilla y la cerámica. Quizá todo eso
 es parte, y quizá no.  O el esperma dejado la noche anterior.  O las horas y las pieles. O el rasguido de esas
 cuerdas.
  O la cicatriz en el viento. 

lunes, 1 de agosto de 2011

al pensar


   Al pensar el por qué de la creación de un blog, pienso en las tintas perdidas. Pienso en qué sería lo mejor para este mundo. Si vivir de lo escrito, o de las experiencias de nuestra propia inmanencia en el mundo. Cuando generamos las historias, la sensibilidad de nuestra meteria, de nuestras fábulas, de nuestros imaginarios, creamos en la ficción, en la tinta de papel, ahora virtual, lo que nos gustaría hacer y sentir, o lo que no podemos por inteligibilidad, por el espacio y el tiempo no propio ni arriesgado  ¿El miedo y la ausencia de energía para la praxis misma de la vida la reemplazamos en la escritura?¿ O la propia escritura genera también la energía para las prácticas de la vida social, para los sueños individuales y colectivos?
 Probablemente haya una combinación de ambas, y es la eterna pregunta sobre el lenguaje y el hacer el eje de la cuestión. Necesitamos de la poética, de lo sensible, para ordenarnos las vivencias, para sentirlas y para soportarlas. El poder describirlas, ampliarlas, torcelas, expandirlas ¿ las hace más livianas, más encantadoras, más temibles, menos vacías?
 Tenemos entreveradas en nuesta sangre las historias y las leyendas, las energías y las voces de millones de años. Y tenemos los paisajes, los manantiales, las praderas, las tristezas ¿Cómo no sacarlo afuera? Cómo no canalizar eso en alguna expresión para poder darle alguna forma y dirección?
 Es necesario, cada día lo creo más. No podemos vivir sin eso. No somos así.
 Cada día trazar una línea. No dejes pasar un solo día. Es empezar de nuevo sumando hilos que se tienden de una cuerda infinita, utopía atrapada en azules turquesas, rojos vivos, naranjas, humo gris.
 Pretensiones aledañas a círculos concisos de la esperanza.