viernes, 5 de agosto de 2011


Cuando me refería a que me amaras, pensaba algo así como lo hacen las guitarras en una noche que se adentra por
  las sombras y el frío apaciguado junto a un fuego lento y constante. Y que en ese crispar, en asas llamas radiantes
  de placeres y vinos, y bosques, las tierras que han sido soberanas mías, puedas beberlas y recuperarlas.

¿ Por qué cuando todo es triste y oscuro se abre la felicidad como sanguijuela que atraviesa las partes más simples de la expresión humana?  Como los tambores de la tierra, como las lluvias. Como los rostros humanos.

 Cerrá tus lindos ollitos, durme durme.
  Voy a dejar caer otra piel.

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