lunes, 19 de diciembre de 2011

Arazias en el fondo del linaje, desembocando en las montañas perdidas, por los colores de los laberintos.
 La letanía intacta que acariciaba los cielos del silencio, allá por la bravura del Camposanto, donde se enrojecen las viñas por añejas
 y donde los gauchos dejan su impronta en los ejes de la justicia.
 Trasladadas ahora las viejas guardias, los viejos remansos de aquellos que a trastes prolijos han sacrificado rebaños,
 un mar hondo de silencios con jugosas esperanzas consuelan las noches trémulas de misterio.
  Pero han hecho bien ellos que se han ido, que han abandonado.

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