sábado, 24 de septiembre de 2011

La Cantina



El otro día me encontré a Héctor en la cantina, como le llama al bar de la Facultad de Sociales, sede Marcelo T.de Alvear 2230. Todavía recordaba, yo pensaba que no. Yo  estaba en la mesa del fondo haciendo tiempo para una reunión, y observándolo a ver si me reconocía:  y le eschucho “Serrat, Serrat, Serrat”. Voy y lo saludo.
 - ¿Cómo andás Héctor?
 - “Serrat, te acordás aquella mañana que limpiamo la cantina? Cerramos las puertas con cañaveral. Nunca más se te vio por acá.”
 - Sí. Estuve ocupado Héctor. ( y se me viene a la memoria aquel día, hago una leve sonrisa)
 - ¿Querés un poco de zandía?
  Efectivamente Héctor estaba tomando te caliente de zandía. Estaba rico: “me la trajeron unos amigos, de los campos”.
  Cuando uno está enfermo recuerda a personas como Héctor, que elijen estarlo, que saben que no hay vuelta atrás, pero que son los mejores administradores del tiempo y de la memoria. Él es el que más resiste. Sin embargo nosotros pensamos que así está bien, que es un tipo macanudo, gracioso, melancólico, pero a la vez un asesino en potencia. Lo traicionaron mil veces, sin embargo mantiene la frescura. Lo enigmático. No saber cómo reaccionar. Que no lo usen.
 Le pregunto a propósito:
- ¿Dónde estás durmiendo ahora Héctor?
- Acá, acá al lado. Se había planeado una casa cibernética, pero no funcionó.
  Claro, me digo por dentro. Le han hecho un mural y le han dejado su espíritu por ahí, en la intemperie. Los no docentes de la facultad no lo quieren, suena lógico ¿ Pero qué tanto, estuvo desde siempre, por qué no hacerle una casa lindera? Como muchas otras lacras lo han hecho, y no le llegan ni a los talones.
 Gritó luego mientras la fila de estudiantes recién saliditos de cursar se impacientaban por un café con leche con medialunas: “¡Claroo, claro, fila de tendedores del tiempo, hacen fila desesperados, qué ganas de perder el tiempo!”
 Se queda un tiempo al lado de mi mesa, junto a la barra. Se queda en sus cosas.
Luego se lo ve arrastrando el colchón pulgoso y las frazadas. Abre la puerta. Sale de la cantina hacia el estacionamiento. Cierra la puerta.
 Se fue a dormir con el frío y la lluvia.
  Dicen que vivía feliz con su familia en Venezuela, los había convencido que se vengan desde Uruguay.
  Hubo un accidente.

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