sábado, 23 de julio de 2011

Hay una fiesta

 Hay una fiesta, un evento dentro de un bosque, algo así como una quinta. Hay un recital adentro, tocan bandas, la gente está sentada. Y hasta en los dos polos de las extremidades del territorio se desplaza la gente y el sonido ambiente confluye en el medio, donde estoy yo, parado. Escucho las dos bandas al mismo tiempo. El meridiano es perfecto. De casualidad estaba allí. Por una oreja, un lóbulo recibe la amable de una melodía, y la otra oreja de la otra.
  Y se enciende el brillo de la noche. Las semi sombras y el aire húmedo y fresco  anuncian el silbido de las chicharras que rompen con su aullido el mundo sonoro anterior. Entro en otro submundo de ensueños. Algunas luciérnagas que alumbran el camino de entrada y salida, como farolitos. Me doy cuenta entonces que no todo lo habitable se conforma a este territorio, con esta quinta donde tocan esta música y yo estoy parado en el medio.
 Me encuentro afuera con Héctor. No puedo creer que esté ahí ¿Qué hace ahí?

Voy al banco a ver cómo está mi caja de ahorro. Me doy cuenta que va muy bien. Que hay mucho. Y el empleado me recomienda que abra una cuenta de ahorro. “es mucho más seguro y cómodo para usted, lo aliviaría de una gran responsabilidad y le daría una seguridad incomparable” Cómodas cuotas. Traidores de la nuca.
 Le explico que si él justamente me recomienda eso, es que la seguridad del banco es un desastre. Y básicamente lo que me está diciendo es que si no me paso a una cuenta de ahorro, me van a chorear de  a poquito o toda entera la plata que tengo en la caja, y que de todas maneras, si abriera la cuenta, también lo harían.

 Se abre un cielo mítico e inacabable, como perturbándome la espalda. Algunas águilas y otros chirridos, que escapan a la memoria vienen de pronto a este mar de ensueños. Pienso:
 Caballos perdidos, dientes rotos y encías sangrando. Pienso, objetos de la energía y pastos amarillentos. Calamidad. Encuentro lo que dices pero no lo entiendo. Ni yo lo hago,  y me pregunto si tanta retórica de la palabra, de los pensamientos y de las imágenes, llevarán a algún lado
¿Todo cansa, pero qué salva?

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