jueves, 2 de junio de 2011

Pero

Pero esa melodía que se encontraba ahí parada, esperando que a alguien se le incruste en el pecho. Estaba tranquila, perdíendose entre los sonidos del viento y los cuentos lejanos. Seguía en su ritmo, al tiempo de una noche que tiene estrellas  y no tiene fin. Que oscura en su negrura, esconde lunas crecientes, y amarillas ellas se dejan acariciar por algunas nubes blancas.
  Ella sigue esperando por los siglos de los siglos.  Algunas se pudren debajo de la tierra, y pueden ser pisoteadas hasta encontrar la raíz de los árboles  y mezclarse con la hormigas y las lombrices, luego brotar de nuevo, y formar camalotes sobre la tierra firme del agua. Como esa misma sensación en la que en el pasto nos caemos hacia el agua. El camalote sigue esperando así que alguien venga y lo pise para perderse bajo aguas, como la melodía.
 
Hundirse bajo aguas como la melodía.
Hundirse bajo agua como Posadas.
Como aquel que tiene tierra en sus zapatos
 y agua bajo sus ojos.

Como Formosa.

Como la postura de un pensador,
al contemblar la textura del cielo y de las estrellas.
De los montículos sobre la mano de la noche.

Escuchando ruidos lejanos,
y olores sonidos envolventes.
Derritiéndose.
Sobre la palma de la mano.  ////

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