jueves, 24 de marzo de 2011

Un comienzo


La sangre, Hilario Fernández. El cuchillo y la honda. La brisa en esta lluvia me recordaba el manantial. Esa fisura ausente, de la mujer de Hilario, allá en los campos, tomándose unos verdes. Me acerqué despacio para asimilarme al pulso del viento, el hogar estaba caliente, recién terminaban de comer. Con esa amargura con la que se espera lo dulce del postre. Ahí entré.
 Me ofrecieron un vino fuerte, de la casa. El perro, Payaso, merodeaba con su hocico mis piernas, como harapos de montañas, de cierras y lagunas curtidas hace años; con ese olor cansino tan perteneciente. No podía desprenderse de mi piel.  Una patada certera de Hilario en el cuello lo hizo aullar,  y apartarse rápido bajo la salamandra.
 - Y bien ¿ A qué has venido tu?

No hay comentarios:

Publicar un comentario