sábado, 29 de septiembre de 2012

Los pensamientos


     De su boca salió un pensamiento como un resoplido por la tierra, como una prenda hacia el suelo, 
      y de la ventana al baño, y hasta la estancia de los Ibáñez.
      Colgó en el escurridor todas las hojas de té para que se sequen, y se marchiten. Y se quiebren.
      Puso la pava. Cebó unos mates mientras comía nueces. Amargo con amargo.
       La torta de manzana que le habían preparado se la  comió el perro Rulfo.  
      Encendió la luz y se puso a silbar. A lo lejos veía las chispas de las fogatas de la familia vecina.
       Quería atrapar eso que rondaba en el aire, ese chiflido de los pajaritos por la noche; las chinchillas que pasaban.
      Sintió que debía tomar decisiones abismales. Que debía soltarse.
      Pronto recuperó la cordura. Agarró la guitarra, miro el paisaje con diez pinos;
      aquella casa donde su amada esperaba.  
      Y dejó suspender el tiempo, otra vez.  

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